Pequeños

domingo, 18 de diciembre de 2011

No puedo más.

Aquella tarde no pudo más, y explotó. De su cara salían miles de lágrimas resbalando por sus mejillas y no había remedio para poder pararlas. Intentó encontrar respuesta a miles de preguntas, pero no lo consiguió. En ese momento pasaron por su mente un millón de cosas; recuerdos, fotografías, sentimientos, sueños, personas.. todo. Cada vez se iba derrumbando más y más hasta creer que había desaparecido, que desde un principio eso fue lo que deseaba. Suponía que todas las personas tienen sus pequeños problemas, que siempre se solucionan. Pero los suyos permanecen en el mismo sitio donde empezaron, y cada vez a más. Eso ya no era normal, no sabía si sería un momento de desesperación o un problema en serio. Iban pasando los días y nada cambiaba, todo permanecía intacto. ¿Y ella?, cada vez peor. Como siempre, no decía nada para no molestar. Todo iba guardado en su interior. Lo único que necesitaba era una persona, sí, una persona en la que poder desahogarse sin miedo al "que dirá", que por supuesto la comprenda y que fuera capaz de decir: 'te conozco, sé que no estás bien' aunque lo negara. Pero, en ese momento se volvió a dar cuenta de que no tenía a nadie para eso, que no existía esa persona capaz de comprenderla sin que le juzgara a la primera de cambio. Por eso, hoy en día está como está, y le siguen sobrando motivos para querer desaparecer de este mundo. Ella es como es, y siempre seguirá haciendo cosas por los demás aunque no reciba nada a cambio, y seguirá regalandole al mundo lo que siempre quiso que le regalasen a ella, porque el mínimo gesto la hace feliz.

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