Pequeños

viernes, 13 de mayo de 2011

.


-Vete, ¡TE ODIO!
Él se gira, y se dispone a marcharse.
-¡Espera! ¿Dónde vas?
+Acabas de pedirme que me vaya.
Ella comienza a llorar, él al darse cuenta vuelve hacia donde estaba ella.
+Aclárate, ¿quieres que me vaya o no?
-Quédate, pero quédate solo si lo vas a hacer para siempre.
+¿Para qué?, me acabas de decir que me odias.
-Sabes que no te odio.
+Pues tu lo acabas de decir...
-Lo que odio es verte tan poco. Odio que lo nuestro dure solo algunos minutos. Me encanta mirarte, escucharte, besarte, me encanta tenerte cerca, pero no es fácil sonreír sabiendo que después te irás y será como si no me conocieras. 
+No sé que decirte...
-No digas nada, solo escúchame. Pensaba que algún día me necesitarías tanto como yo a ti, pensaba que, poco a poco, podrías hacerme un hueco en tu corazón, lo intenté por todos los medios, pero en algún momento debí equivocarme. No puedo decirte más veces lo mucho que te quiero, porque, simplemente, ya no tengo fuerzas para ello....
+Sabes que yo también te quiero.
-Pues no me lo demuestras..
+¿Cómo quieres que te lo demuestre?
-Quedándote conmigo, pero solo quédate si va hacer para siempre.
+Sabes que no puedo.
-No puedes no, no quieres.
+Sabes que yo no soy el culpable de esto, tu lo aceptaste y ya sabías las consecuencias...
Ella se marcha llorando.
-¡Te odio!, ¡te odio!, ¡te odio!
Pero en realidad no es a él a quien odia, se odiaba a sí misma por quererlo tanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario